La situación creada por el alarmante descenso de espectadores españoles a las salas de cine, acuciadas por el abusivo IVA del 21% y la obligación de instalar proyectores digitales ante la inminente desaparición del celuloide, aboca a la práctica desaparición de la exhibición del cine independiente y de autor. Ello, ligado a la profunda crisis de la producción del cine nacional, con la drástica reducción a la mitad de los rodajes anuales, completan un cuadro desolador sobre la cinematografía española.
Ante esta situación parece obligada una reflexión de todos los colectivos afectados sin distinción: guionistas, directores, actores, productores, distribuidores, exhibidores, asociaciones de técnicos, y fuerzas políticas y sindicales y la propia Administración.
Se impone una reflexión amplia y generosa de la Administración, sea cual sea su signo político, para defender la seña de identidad cultural española que es nuestro cine y para defender la existencia de una industria, que, al margen de ideologías, mueve -o ha movido- 80.000 empleos y que también es necesaria. En ese sentido es obligada una reducción del IVA a niveles europeos (entre 8 y 10%). En Francia, nuestro vecino, con el cine no se juega. La política de apoyo y ayudas al cine, fijada desde hace muchos años, no se toca, gobierne la derecha o la izquierda.
Nuestros guionistas, actores, directores, técnicos, que están logrando una presencia cada vez más destacada en el cine europeo y norteamericano, con éxitos de taquilla y premios importantes (más estatuillas en los Premios Óscar en 10 años que en toda la historia), también deben reflexionar seriamente sobre su aportación a la industria cinematográfica y su importante papel en la imagen que se ofrece de su trabajo y del cine en general a la sociedad. Algo tendrán que decir y hacer frente a la mala imagen que, sobre todo, desde ciertos sectores concretos, se trata de imponer sobre el colectivo de creadores, y que también perjudica al consumo de nuestro cine.
Será necesaria también una reflexión de productores, distribuidores, exhibidores para redefinir las reglas del juego seguidas por cada sector hasta ahora ante un nuevo panorama audiovisual en los que la piratería e internet complican extraordinariamente el consumo de cine en salas. Algo no se está haciendo bien. Una reflexión que, como en otros colectivos citados, debe incluir una seria autocrítica sobre la forma en que cada uno ha actuado y su parte de responsabilidad en la situación que ahora sufrimos.
Habrá que encontrar fórmulas alternativas de financiación de nuestro cine para que no dependa tanto de los vaivenes en las políticas de subvenciones. Unas ayudas, que pese a ser inferiores a la de otros países de nuestro entorno, se usan como arma arrojadiza contra productores y actores por quienes, sin embargo, no se quejan de que se subvencionen industrias como las del calzado o las conservas. Habrá que insistir para que se hagan realidad esas desgravaciones fiscales por inversión en cine (o cultura en general), que no acaban de llegar. Desgravaciones, establecidas por ley, que tanto éxito han tenido en Francia y en otros países europeos en los últimos 60 años.
Habrá que insistir en fórmulas como el canon de taquilla, que permite ayudar a financiar la producción interior y la promoción exterior del cine francés o el dinero de los impuestos sobre las apuestas de las carreras de caballos o el juego, que ayudan a financiar el cine en otros países europeos. Y hay mas formas sobre las que hay que volver a reflexionar de forma conjunta, sin prejuicios ni recelos.
En ese sentido, son cada vez más numerosas las voces de quienes claman por hacer algo, e incluso se empieza a hablar de la posibilidad de que se celebre un nuevo Congreso del cine español, que bien podría convocar (que no organizar) la Academia de Cine de España, al estilo de los celebrados en 1955 en Salamanca y en 1978. El director José Luís García Sánchez, apoyado por un número importante de académicos asociados, entre ellos Fernando Lara, (que fue Director General de Cine), lo planteó en la última asamblea de la Academia, celebrada el pasado junio. Apoyamos, sin reservas, ese Congreso del Cine español.
Mientras tanto, ahora que desaparecen a marchas forzadas en España una gran parte de las salas que programaban cine independiente, reivindicamos más que nunca el cine de autor, que es, además, la principal seña de identidad de SEMINCI. Reivindicamos también la importancia y la continuidad de festivales como SEMINCI. Queremos seguir siendo el mejor escaparate para un cine pequeño, independiente, de autor, en especial el español.
viernes, 6 de septiembre de 2013
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